El Open de Australia, primer Grand Slam del año, comienza en la madrugada del lunes con la destacada ausencia de Rafael Nadal.
El legendario tenista balear vive uno de los momentos más inciertos de
su carrera. Su último partido, a finales de junio de 2012, ya queda
borroso en el recuerdo, y las dudas sobre su porvenir deportivo se
acrecientan con el paso del tiempo.
El retorno de Nadal está previsto en el
torneo de Acapulco que comienza el 25 de febrero. Ocho meses habrán
pasado entonces desde el último encuentro del mítico Rafa, el período
más largo de inactividad desde que iniciara su carrera profesional.
No es la primera vez que el amor por el
tenis y la ambición juegan en contra de Nadal. Su exitosa trayectoria
siempre ha estado marcada por bruscas interrupciones en momentos poco
oportunos. La excesiva carga de partidos y la participación en torneos
prescindibles para un jugador de su status le han pasado factura en
repetidas ocasiones. Año tras año, Nadal y su equipo se han dejado
llevar por las ganas de competir, tomándose con ligereza la propensión a
las lesiones del tenista manacorense.
Los resultados de este calendario
planeado a corto plazo han sido demoledores: Nadal se ha perdido dos
Open de Australia, un Roland Garros, un Wimbledon, un US Open, tres
torneos de maestros, dos finales de Copa Davis y unos Juegos Olímpicos.
Además, esta sobrecarga en el calendario ha hecho que su estado físico
no haya sido el óptimo en muchas otras ediciones de estas grandes citas,
que acabaron con un Nadal físicamente mermado e incluso obligado a
abandonar la pista antes de tiempo.
El último aviso a las rodillas de Nadal
ha sido aceptado con serenidad por él y su equipo, pero también debe
servir como aprendizaje. La fatiga física y mental se acumula, y está
cada vez más cerca de alcanzar su límite. Cuando sus rodillas vuelvan a
estar en condiciones de competir, Nadal deberá aprender a decir “no” en
más de una ocasión, en vez de jugar hasta que su físico diga “basta”.
Tal y como ha hecho Federer en los últimos años, tal y como no ha hecho
Nadal a pesar de los numerosos avisos que su cuerpo ha recibido.