martes, 8 de septiembre de 2015

Federer, gigante en el tie-break



Roger Federer supera a John Isner en la cuarta ronda del US Open: 7-6(0), 7-6(6) y 7-5. El tenista suizo respondió bien ante la necesidad y disputará los cuartos de final ante Richard Gasquet.

Derrotado unos minutos antes en el estadio Louis Armstrong, Andy Murray cruza su camino con el de Roger Federer en los pasillos del Arthur Ashe. La esperada semifinal entre ambos se ha evaporado, pero el suizo se concentra en un rival siempre inquietante. Los 208 centímetros del gigantesco John Isner y su devastador saque aguardan al pentacampeón del US Open.

El público ovaciona la aparición del último hombre de su país en el torneo, pero el estruendo es incluso mayor cuando el nombre de Federer suena por la megafonía y el suizo asoma con su raquetero. Su nombre traspasa fronteras y banderas. Roger es un estadounidense en Nueva York, un australiano en Melbourne, un francés en París y un británico en Londres.

Como si de un artista de la raqueta procedente del Soho neoyorquino se tratara, Federer recibe el calor propio del anfitrión. Pero el perfil de Isner apenas le concede oportunidades de mostrar su arte. Ni rastro del SABR. Ambos se machacan con un juego directo y veloz, si bien el suizo ofrece mayor variedad en la pista. Roger acaricia la preciada rotura de servicio, pero John se retuerce junto a la red y logra una volea salvadora con un diabólico efecto de retroceso.

Federer, que no tiene reparo en abusar de la derecha invertida, se ve abocado al tie-break. Entra en la casa de Isner, en el terreno que mejor conoce el estadounidense. Pero en ese momento, Roger entra en el salón, sube a la mesa y baila encima de ella. Isner se queda en blanco. Ha disputado 428 ‘tie-breaks’ a lo largo de su carrera, y por primera vez, no es capaz de sumar un punto.

Tras este golpe, el resto de Federer es tan amenazante para Isner como el cocodrilo que porta en su camiseta y su visera. La presión ejercida por el suizo es tan asfixiante que Isner pierde su derecho al ojo de halcón en el tercer juego del segundo set. Pero surge entonces el competidor que Isner lleva dentro. Sus restos comprometen a Federer, que olvida una noche gris con el primer servicio y supera el momento con el saque que siempre le ha identificado.

Entre la tensión, una petición de matrimonio recuerda a Roger y John que se encuentran en Nueva York. De nuevo en el tie-break, el atrevimiento de Isner en el resto le acerca al triunfo parcial (5-3), pero Federer guardaba en la recámara dos golpes paralelos que destrozaban las ilusiones del jugador local.

El partido seguía en juego, pero ya tenía dueño. Como un gigante en el tie-break, Federer culminaba su presencia en los cuartos de final con la única rotura de servicio de la noche. Roger lo había hecho otra vez. Había vencido a Isner en su propia casa, y la grada lo celebraba como el triunfo de un estadounidense en Nueva York.

miércoles, 2 de septiembre de 2015

Murray controla el show de Kyrgios



Andy Murray superó a Nick Kyrgios en la primera ronda del US Open: 7-5, 6-3, 4-6 y 6-1. Por tercera vez en la temporada, el tenista británico elimina al australiano de un torneo de Grand Slam. Adrian Mannarino espera a Murray en la segunda ronda.

En su último US Open como jugador, Lleyton Hewitt observa desde la grada anticipándose a su futuro sin raqueta. Con un semblante reflexivo y una tranquilidad casi inaudita, analiza a Nick Kyrgios, un rebelde australiano de otra generación a quien asesora en esta gira norteamericana.
El comportamiento de Kyrgios ha manchado su figura en las últimas semanas, pero el azar le concede la oportunidad de cambiar el debate personal por el deportivo con una gesta ante Andy Murray, tercer favorito al título en el US Open.

Los primeros intercambios en la noche del estadio Arthur Ashe ya muestran que el joven Nick desconoce el miedo en la pista. Agradece la multitudinaria atención que genera y parece alimentarse de ella. Frente a él, Murray, un veterano que siempre antepone la competición al espectáculo. El duelo entre ambos es comparable al de un coche de carreras explosivo, ruidoso y tuneado, contra uno de gama alta, elegante y fiable.

El juego directo e impaciente de Kyrgios resulta beneficioso a corto plazo, pero sucumbe con el paso de los minutos ante el orden táctico y la estabilidad mental de Murray. Nick maldice lo sucedido. Se queja porque unos espectadores acceden a su asiento cuando no les corresponde o porque los focos del estadio le molestan al sacar. Comienza su monólogo, que alterna con destellos de talento.
Sin embargo, las prestaciones del británico en el momento que define el primer set acreditan su condición de número tres mundial. Concentración máxima, inteligencia táctica y sacrificio hasta el límite son cualidades que Kyrgios aún no posee y Murray utiliza de forma rutinaria. 

Sublime con su saque en los momentos de dificultad, el escocés vuelve a imponer su estabilidad en el segundo set. Anula los siete puntos de break de Kyrgios, cuya cabeza sigue revolucionada. El juego atrevido del australiano castiga los segundos servicios de Murray, que flaquea al intentar sobrevivir en el tercer parcial. Pero el motor de Kyrgios se para en ese momento. Demasiado desgaste ante un rival tan exigente, demasiada energía desperdiciada en cuestiones superfluas.
Nick se apaga y su actitud provoca abucheos desde la grada. La madurez de Murray domina el show de Kyrgios, cuyo personaje sigue ensombreciendo al tenista.

http://www.puntodebreak.com/2015/09/02/murray-controla-show-kyrgios 

martes, 1 de septiembre de 2015

Nadal emborrona un recital



Rafael Nadal superó a Borna Coric en la primera ronda del US Open: 6-3, 6-2, 4-6 y 6-4. El jugador balear no culminó una actuación sobresaliente durante los dos primeros sets y mostró dudas que alimentaron la reacción del croata. Su próximo rival será el argentino Diego Schwartzman.

Hace dos años, en Nueva York, Rafael Nadal y Borna Coric eran el hombre y el niño de moda. El tenista español se proclamaba campeón absoluto, mientras el croata lo hacía en categoría júnior. Esta noche, en el fastuoso estadio Arthur Ashe, Nadal y Coric cruzaban sus miradas en condiciones de cierta igualdad.
Rafa, con una fiabilidad antagónica a la de 2013, mantenía fresco el recuerdo de su derrota ante Borna el pasado mes de octubre en Basilea. Mientras, el joven tenista croata sigue luchando contra el estigma que supone una frase tatuada en su brazo derecho: “No hay nada peor en la vida que ser del montón”.

Dos hombres separados por diez años de edad aparecieron bajo los focos neoyorquinos vestidos de negro con la misma marca de ropa deportiva. Pero la realidad de la pista no tardó en mostrar la diferencia de jerarquía y experiencia entre ambos.
El orden táctico de Coric, excesivamente conservador en sus golpes, resultaba insuficiente ante la fiereza del jugador español, con un primer saque abierto dañino, una derecha descarada y un revés que no mostraba fisuras.

Nadal, que anunciaba una mejora mental en sus declaraciones previas al torneo, ratificaba sus palabras con la raqueta. Desaparecía su lado inseguro, temeroso e irregular. Rafa transmitía jerarquía, agresividad, determinación y una convicción que contradecía su pasado reciente.

El gen competitivo de Coric apareció en el tercer set, cuando el joven croata se rebeló y alteró la plácida noche del manacorense con un talante más agresivo traducido en una rotura de servicio. Nadal tuvo capacidad de reacción ante este contratiempo, pero sus lagunas mentales reaparecieron cuando se acercaba a la línea de meta.
 El agarrotamiento de Nadal se tradujo en dos dobles faltas y un error con la derecha que levantaron a Coric. El croata celebraba su nueva vida junto al público neoyorquino, siempre ávido de emociones fuertes, mientras la silla donde descansaba Nadal volvía a convertirse en un diván. 

Las concesiones a un rival con talento y carácter exigen capacidad de sufrimiento, una cualidad que el español mantiene. Resistiendo a un rival crecido anímicamente y con más dinamita en su raqueta, Nadal impuso su veteranía para aprovechar un resquicio dejado por el croata. Aún en proceso de rehabilitación, luchando contra sus dudas, Rafa avanza en una noche de sensaciones encontradas. Con claros y oscuros, Nadal sigue descifrando su rompecabezas.