sábado, 10 de abril de 2010

Taurasi convierte La Fonteta en la Ciudad de las Artes


Diana Taurasi demostró ayer que el baloncesto puede ser un arte. El arte de hacer fácil lo difícil, incluso lo que parece imposible. Sin diseños arquitectónicos vanguardistas, ni efectos especiales, Taurasi trasladó la magia de la Ciudad de las Artes a la vieja Fonteta.
La norteamericana ha estado impregnada de arte desde su llegada a Valencia. El hotel donde se hospeda, junto a la Ciudad de las Artes, lleva ese mismo nombre y ayer, la propia Taurasi, llevó el arte a la cancha de baloncesto. Anotó de tres con la misma simpleza que las demás jugadoras anotan tiros libres, reboteó con la misma autoridad que las pívots más poderosas y repartió juego con la misma claridad que una directora de orquesta reparte los roles. Dio un ejemplo de baloncesto total.

Taurasi fue como aquella niña que irrumpe en un patio de colegio para jugar con otras niñas menores que ella y hace que su equipo gane. Y dar esa sensación frente a un equipo plagado de estrellas mundiales, indica de lo que estamos hablando. La mejor jugadora del mundo disputó su partido más brillante en suelo europeo. No sólo por sus números sino también por cómo lo hizo, el rival al que se enfrentaba y la trascendencia del choque. Su talento y superioridad empezaron provocando admiración, después asombro y finalmente sonrisas de incredulidad. Muy pocas veces una jugadora se puede imponer a un equipo, especialmente si hablamos de uno de la talla del Ekaterimburgo, pero ayer lo consiguió la mejora jugadora del mundo. La artista Taurasi.