sábado, 20 de diciembre de 2008

La Euroliga de Gotera y Otilio


Chapuzas a domicilio. No se me ocurre mejor forma de describir en lo que se ha convertido la Euroliga femenina tras la arbitraria e injustificada decisión de la FIBA de readmitir al CSKA de Moscú en la competición. Como en otras ocasiones, de poco sirven la reglamentación y el rigor que deben regir una competición profesional cuando hay intereses económicos de por medio. Siempre se puede hacer la vista gorda y encontrar una vía de escape para lograr el resultado deseado.

Para quienes no conozcan el caso, el CSKA es uno de los equipos económicamente más poderosos de Rusia, lo que equivale a decir de Europa, desde que magnates rusos decidieran invertir en el baloncesto femenino de su país. Ante los graves problemas económicos de su principal patrocinador, el club anunció de forma oficial su retirada de la Euroliga por falta de fondos tras haber disputado seis partidos de la fase de grupos y, por tanto, no disputó su siguiente partido previsto en el calendario. Así se recogió en los medios de comunicación e incluso se rumoreó con la desaparición del club. De hecho, el CSKA fue borrado de la clasificación oficial de la Euroliga, como es lógico tras su retirada de la competición.


Este hecho se convirtió poco menos que en un asunto de Estado en Rusia, como no puede ser menos cuando un equipo representa al ejército. Así, unos días después, el CSKA anunció que había encontrado un nuevo patrocinador y solicitó su readmisión en la Euroliga. El Comité Ejecutivo de FIBA Europa se reunió, lo cual suele ser síntoma de que va a tomar una decisión hecha a medida en vez de aplicar el reglamento y así fue. Trataron una retirada de la competición como una incomparecencia a un partido, el que no disputaron tras anunciar su retirada, dándoselo por perdido con un marcador de 0-20.
Todo esto se podría haber evitado si el CSKA hubiera actuado con astucia, es decir, no compareciendo a dicho partido pero sin anunciar oficialmente su retirada. En ese caso, la sanción de pérdida del partido (0-20) hubiera sido correcta. Por si fuera poco, tras esta chapucera readmisión se tuvo que aplazar unos días su siguiente partido porque ni el CSKA ni su rival, el Gambrinus Brno, tenían ya previsto disputar el partido en la fecha indicada.


El prestigio y la imagen de la Euroliga femenina han quedado muy dañados, pero afortunadamente para la FIBA, la repercusión de esta competición a nivel internacional es muy escasa. Queda la sensación de que hay equipos que están por encima de la competición, que pueden hacer y deshacer a su antojo, que pueden gastarse cantidades multimillonarias sin garantías suficientes para después ser ayudados por el máximo organismo europeo, perjudicando a terceros que actúan con sensatez.
Las chapuzas federativas a las que estamos acostumbrados en el baloncesto femenino no son patrimonio nacional. Nos encontramos ante la Euroliga de Gotera y Otilio.