viernes, 11 de enero de 2013

Nos falta Rafa


El Open de Australia, primer Grand Slam del año, comienza en la madrugada del lunes con la destacada ausencia de Rafael Nadal. El legendario tenista balear vive uno de los momentos más inciertos de su carrera. Su último partido, a finales de junio de 2012, ya queda borroso en el recuerdo, y las dudas sobre su porvenir deportivo se acrecientan con el paso del tiempo.

El retorno de Nadal está previsto en el torneo de Acapulco que comienza el 25 de febrero. Ocho meses habrán pasado entonces desde el último encuentro del mítico Rafa, el período más largo de inactividad desde que iniciara su carrera profesional.

No es la primera vez que el amor por el tenis y la ambición juegan en contra de Nadal. Su exitosa trayectoria siempre ha estado marcada por bruscas interrupciones en momentos poco oportunos. La excesiva carga de partidos y la participación en torneos prescindibles para un jugador de su status le han pasado factura en repetidas ocasiones. Año tras año, Nadal y su equipo se han dejado llevar por las ganas de competir, tomándose con ligereza la propensión a las lesiones del tenista manacorense.

Los resultados de este calendario planeado a corto plazo han sido demoledores: Nadal se ha perdido dos Open de Australia, un Roland Garros, un Wimbledon, un US Open, tres torneos de maestros, dos finales de Copa Davis y unos Juegos Olímpicos. Además, esta sobrecarga en el calendario ha hecho que su estado físico no haya sido el óptimo en muchas otras ediciones de estas grandes citas, que acabaron con un Nadal físicamente mermado e incluso obligado a abandonar la pista antes de tiempo.

El último aviso a las rodillas de Nadal ha sido aceptado con serenidad por él y su equipo, pero también debe servir como aprendizaje. La fatiga física y mental se acumula, y está cada vez más cerca de alcanzar su límite. Cuando sus rodillas vuelvan a estar en condiciones de competir, Nadal deberá aprender a decir “no” en más de una ocasión, en vez de jugar hasta que su físico diga “basta”. Tal y como ha hecho Federer en los últimos años, tal y como no ha hecho Nadal a pesar de los numerosos avisos que su cuerpo ha recibido.